Niña Pastori

Familia es una palabra que se repite en su discurso. La raíz que la ha mantenido con los pies en la tierra durante más de 23 años de éxitos no programados

A principios de noviembre salía Realmente volando, su primer DVD grabado íntegramente en directo, con la colaboración de siete artistas de lujo en el Palacio Real.

Desde el principio, su conexión con el público fue instantánea. La emoción se contagia al escuchar su voz dulce al habla, que se torna profunda y poderosa ante un micrófono. Ganadora del Grammy Latino en cuatro ocasiones y única artista flamenca nominada, la de San Fernando nos ha descubierto numerosas sendas por las que el flamenco es capaz de pasar sin perder su pureza.

¿Te transformas cuando cantas o eres tú en tu estado más puro? La verdad que hay una transformación. Cuando te subes al escenario te transformas con la gente, con tus músicos… Cuando estoy abajo me siento otra persona pero vamos juntas de la mano (risas). También es tu trabajo y cuando uno está en casa está más relajado, contigo aquí charlando, pues es otra historia.

Grabaciones, promociones, giras, entrevistas… y madre de dos niñas. ¿Cómo se hace? Es complicado. Yo siempre digo que esta profesión no es compatible con la familia. Lo que pasa que al final lo hacemos, te pones con ese modo en la cabeza, pero tienes que sacrificar algunas cosas. Yo intento estar fuera el menos tiempo posible. Antes iba a los sitios con más antelación y ahora no, es más paliza pero me compensa. Mis niñas lo llevan muy bien, son muy buenas y lo comprenden. Lo tienen más que asumido porque es lo que han visto desde que han nacido.

 ¿Qué te sigue motivando? Principalmente ellas dos, que son el motor de mi vida. Por supuesto también mi familia, el público que adoro y al que le debo absolutamente todo lo que soy. Y que me encanta lo que hago, me vuelve loca cantar, me hace mucho bien ya no solo como artista sino también como persona, es mi desahogo, mi amparo, donde encuentro el refugio de todos los problemas que pueda tener en la vida.

¿Por qué decides hacer Realmente volando en este momento? Porque no ha surgido. Yo he ido haciendo las cosas según me han ido viniendo, nunca he planificado nada en mi carrera, es totalmente espontánea desde el principio. Al final lo que he ido haciendo a lo largo de todos estos años ha sido pura espontaneidad y un impulso.

¿Cómo fue tu experiencia aquella noche? Muy bonita. Para mí fue una noche de compartir no sólo música, sino el amor por la música. Estar con esos siete artistas fue coincidir en muchas cosas, mirarlos a los ojos y ver que tienes muchísimas cosas en común. Fue una noche mágica.

Chaboli y tú formáis el tándem perfecto en lo personal y en lo profesional. ¿Qué es aquello que aporta cada uno y que hace que este proyecto de vida haya llegado tan lejos? Chaboli aporta muchísimo a mi carrera. Yo estoy orgullosísima de todo el trabajo que él ha hecho. Es un gran músico, tiene un amor inmenso por esto. Componemos juntos y él se encarga mucho más de la parte de la producción del disco, sonido, de darle vueltas y sacar y rebuscar otras cosas. Desde el punto de vista musical es como un investigador.

La fusión del flamenco con otros estilos ha sido una constante en tu carrera. ¿Atrevimiento o porque apetecía? Es algo que sale porque sí y porque te apetece. Siempre nos hemos dejado llevar por el impulso y nos hemos lanzado. A lo mejor puede parecer en algún momento atrevimiento pero creo que hay que arriesgar y atreverse con las cosas, probarlas y sentirlas en uno mismo para poderlas llevar a cabo.

¿No crees que esta realidad que has vivido es la respuesta a tu manera de ser y de trabajar? Chaboli siempre está: “el amor con amor se paga”. En la vida hay que dar para recibir. Yo me he cruzado con gente muy buena, he tenido esa suerte. He conseguido tener muchos y buenos amigos. Al final esta profesión te requiere tantas horas que como no tengas la suerte de tener gente buena a tu alrededor es súper complicado. Cuando te rodeas de gente bonita y de corazón, pues es todo mucho más fácil y mejor.

A estas alturas, ¿qué le pides a la vida? No le puedo pedir más. La vida me ha tratado súper bien. Evidentemente todo lo que tengo me ha costado mucho, nadie me ha regalado nada. La vida me ha dado muchas cosas buenas: la respuesta de un público y de unos músicos maravillosos que trabajan a mi lado y eso me llena de orgullo y satisfacción. Es de los mayores premios que puedo recibir.

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