Sonia Folache, el arte de crear joyas con alma

La diseñadora que ha convertido un gesto espontáneo en bisutería fina de autor.

Imagina una cena de verano entre amigas, unas botellas de Marqués de Riscal sobre la mesa y una mente inquieta que empieza a jugar con el alambre dorado que envuelve el vino. Lo que comenzó como un juego de manos nerviosas se ha transformado en una marca de joyería artesanal. “Agarré la malla de la botella, empecé a enredar e hice un anillo, una flor. A mi amiga le pareció ideal y ahí realmente empieza todo”, cuenta Sonia Folache, con una sonrisa que delata su pasión por lo que hace.
Desde su atelier en Madrid, donde moldea y da vida a pequeñas esculturas que hoy adornan a mujeres, conversamos con la diseñadora sobre el lanzamiento de su nueva marca de joyas SF.

Audaz e inquieta, Sonia no llegó a este mundo de la joyería por una ruta convencional. Antes de embarcarse en este proyecto, diseñó muebles y objetos decorativos, un paso que le permitió descubrir una creatividad que, asegura, siempre estuvo ahí, heredada de las mujeres de su familia. Anteriormente trabajó en moda, su maravilloso estilo la delata, y como buena profesional decidió previamente formarse en joyería. Fue tras el máster en el Instituto Europeo de Diseño (IED) cuando con ese alambre de latón de “marqués de riscal” creó dos piezas únicas en su proyecto final, el colgante Paloma y el pendiente Olivia 3×1, que hoy son emblemas de su marca.

Cada joya de Sonia es un viaje artesanal que empieza en su cabeza y toma forma con sus manos. Nada de ferias ni piezas prefabricadas, aquí todo parte de cero. “Hago el alambre, lo mando al fundidor para un primer molde, luego se trabaja en cera, se retoca, se funde en latón… Puedo necesitar cuatro fundiciones para un pendiente”, detalla. El proceso, que incluye soldaduras, pulidos y baños de oro de 18 quilates en Barcelona, involucra a artesanos como fundidores, engastadores y lapidarios. El resultado son mini esculturas que combinan latón bañado en oro con distintas piedras naturales.

Joyas para compartir inspirada por mujeres.

Sonia nos cuenta con esa energía que la caracteriza la esencia de su marca: crear piezas únicas y “aportar su granito de arena y honrar los valores que le transmitió su madre y a todas aquellas mujeres que la inspiran”. La colección Amparo dedicada a su abuela, Paloma a su madre o la colección Olivia a su sobrina. “En la colección Paloma el metal representa a la madre y las piedras que cuelgan son los hijos, unidos por un cordón umbilical que, emocionalmente, nunca se rompe”, nos cuenta.

Estas joyas trascienden generaciones, están pensadas para pasar de madres a hijas, de abuelas a nietas, llevando un lema heredado de su madre: “Nadie deberá alejarse de ti sin sentirse mejor”. “Cuando llevo uno de mis pendientes, me recuerda que puedo hacer el día de alguien un poco más luminoso”, dice. También ha incorporado en sus colecciones cruces, medallas y hasta gemelos, cada pieza con ese sello personal que convierte sus creaciones en algo más: joyas con alma que tejen historias.

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