Maral Ríos

Su vínculo con el mar empezó el mismo día de su nacimiento. Natural de una tierra costera, Maral Ríos llegó al mundo un fuerte día de levante en el que el olor a mar lo inundaba todo. Y sin encontrarle una explicación concreta, esta linense dice sentirse conectada con el mar, con su olor, su movimiento, sus tonalidades: “los mares me relajan mucho, siento una conexión con no puedo explicar”. De ahí su nombre y que ocupen buena parte de sus obras.

Maral Ríos es una artista plástica que pinta por pasión y le sirve de terapia. Creció en una casa donde siempre había algún rincón con caballete y óleos porque sus padres eran aficionados. Y a los seis años ya tenía sus propios cuadernos de dibujo y recortes. Aunque ha realizado algunos cursos de técnicas de dibujo es ahora cuando, por enriquecimiento personal, más sed siente por absorber técnicas nuevas y está estudiando Bellas Artes.

En 2015 todo su proyecto de vida dio un giro de 180 grados. Ella lo explica diciendo que “la vida te quita por un lado pero te da por otro”. Un fuerte punto de inflexión personal le hizo dejar atrás buena parte de lo que había hecho hasta entonces y agarrarse a lo que siempre había sido su pasión, la pintura. La vida le regaló entonces una segunda oportunidad para dedicarse a hacer aquello que realmente la hace sentir completa y feliz.

Con referentes como Lita Cabellut, Richter o Rothko, la inspiración de Maral le viene de su propia vida, sus vivencias, sus sentimientos y estados de ánimo, que deja fluir a través de obras de un marcado expresionismo abstracto.

La obra de Maral se desarrolla preferiblemente sobre cuadros de grandes dimensiones, con los que dice hacerse grande, poder expresarse mejor y con más libertad de movimiento: “los cuadros son una expresión nuestra, lo que llevamos dentro, algo muy profundo”. Haciendo uso de una técnica mixta, esta artista plática refleja su mundo interior a través pinturas acrílicas y pinturas al óleo sobre tabla. Las texturas -su secreto mejor guardado- y los colores definen en gran medida sus composiciones.

La primera publicación en su activa cuenta de Instagram es la obra que marca el comienzo de su carrera. A partir de ahí ha ido pasando por diferentes etapas que se ven perfectamente reflejadas en sus cuadros. “Hay una etapa más eufórica, de felicidad, de no controlar mis sentimientos…hay un uso desorbitado del color, con muchos contrastes”, nos contaba. Después vino una etapa más calmada, de asentamiento, con cuadros monocromáticos.

Su exposición más reciente, que lleva su propio nombre, ha estado esta primavera en la sala de exposiciones temporales del Museo Cruz Herrera de La Línea. Una muestra de su etapa más autodidacta y con la que ha querido ofrecer al visitante algo que va más allá de la mera contemplación. A través del tacto y del sonido cualquier persona, con discapacidad visual o no, ha tenido la oportunidad de conocer más de cerca sus obras. “Con esta exposición me apetecía poder llegar a todos los públicos”, nos decía Maral al respecto. Y este verano, desde principios de junio, tenemos la oportunidad de ver una muestra de su obra en el Espacio Cultural Osvaldo Lobalzo en el Puerto de Sotogrande.

Maral Ríos habla al mundo a través de sus cuadros y pone nombre a sus sentimientos a través de obras llenas de sensibilidad. “Cuando pinto no pienso, dejo que mis sentimientos fluyan”, nos decía. Risueña y agradecida a la vida, la artista que un día se casó con el mar sigue trazando su horizonte y su camino con manos que consiguen casi lo imposible.

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