JOAQUÍN PEINADO

Es de Ronda y se llama Joaquín Peinado. Tan fina y seriamente ¿Quién ha pintado? ¡Qué alto y severo, si este pintor hubiera sido torero!
Quizás sea difícil sintetizar de mejor manera al personaje y su obra, en su contexto vital, que en estos versos que le dedicó su amigo Rafael Alberti.

Joaquín Peinado, nacido cuando acababa el siglo XIX, ha sido uno de esos pintores distintos a los que el tiempo está haciendo justicia. Quizás por el tiempo difícil que le tocó vivir, por su carácter reservado, su timidez o su discreta bonhomía, su figura no brilló en vida como lo está haciendo ahora.

Peinado nació en Ronda en 1898, comenzó sus estudios en el internado del Colegio Británico de Gibraltar y con apenas 18 años se trasladó a Sevilla para estudiar Comercio. La casualidad quiso que su afición por la pintura se convirtiera en su profesión. Por influencia de los hermanos pintores Mario y Dario Villares, que pasaban unos días en Ronda y vieron las cualidades artísticas del joven, su padre lo trasladó a Madrid donde comenzó sus estudios en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Acabados sus estudios en la capital de España, su destino, como casi todos los artistas de su generación, fue París.

Su actividad en París fue intensa. Entabla amistad con el grupo de artistas españoles que residía en la capital francesa. Con ellos pasa interminables jornadas de tertulias, fiestas y política. Pero la esencia, el centro de su vida parisina, era la pintura. Y así, en el año 1924, durante la primera exposición en la que participó, en el Salón de Otoño de Paris, ocurrió algo verdaderamente relevante en la vida de Peinado: Pablo Picasso, que visitaba la exposición, se detuvo ante una de sus pinturas y comentó: “Ésta debe ser de un español”, sus acompañantes le dijeron: “no solo es español, sino también es malagueño y de Ronda” y a partir de ahí comenzó una intensa y recíproca amistad que sólo acabó con la muerte del pintor malagueño.

Su actividad como pintor fue incesante, participó en multitud de exposiciones en Paris y en toda Francia, colaboró en Amsterdam en los decorados de la obra “El retablo de Maese Pedro”, de su amigo Buñuel, y en Ronda como decorador y asesor artístico en el rodaje de la “Carmen” que dirigió Jacques Freyder, en 1927 gana el Premio de la Diputación de Málaga de Pintura, participa en exposiciones colectivas sobre las vanguardias de la llamada Escuela Española de París, expone en México y Checoslovaquia y poco años antes de morir, en 1965, es nombrado miembro de la Real Academia de San Telmo en Málaga.

La pintura de Joaquín Peinado es diversa en concepción y contenido. Picassiano y neoclásico. Cubista ortodoxo y cubista heterodoxo, o un neo-cubista a lo Bores, a veces de influencias surrealistas o de abstracciones geométricas, casi matemáticas.

Magnífico retratista: pintor del alma en facetas fragmentadas a modo de diamante recién pulido. Pero también pintor del cuerpo en sus magníficos desnudos. Gran paisajista, pero fiel a su alma rondeña austero y sobrio, con predominio de la llamada “abstracción geométrica”, donde se sustituye el dibujo por un entramado de follaje y ramas determinantes de los campos de color, como muy bien lo define y describe Juan Manuel Bonet. En sus paisajes destaca lo marinero y su ambiente: botavaras horizontales y verticalidad de mástiles, faros y torres de iglesia.

Pero sin duda es el pintor del bodegón, reinterpretado y adaptado a su visión del mundo y la pintura. Sus vasos, botellas, flores, fruteros, copas, cafeteras, siempre sus molinillos de café… ahora cúbicos, ahora facetados, siempre en elegantes colores…son la dignificación de lo mundano y lo cotidiano elevándolos a la categoría de lo excepcional y único.

Es el universo de Joaquín Peinado, un pintor fino y serio… como los toreros rondeños.

Magníficamente organizado y dirigido, el Museo Joaquín Peinado, en su Ronda natal, recoge la mejor y más completa colección de su obra que puede verse en la actualidad.

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