JUAN VELARDE, volar con cabeza

Como todo niño, Juan Velarde soñó con volar pero lo que no pudo imaginar es que se convertiría en uno de los mejores pilotos deportivos del mundo. Como él mismo dice “el camino se va haciendo” y, hoy por hoy, es el único español compitiendo en este deporte de élite.

Ahora prepara su próximo reto, la World Championship Air Race, la primera competición mundial tras la pandemia, que se disputará este año con los mejores pilotos del planeta.

Medallista y reconocido como deportista de alto nivel, Juan Velarde ha triunfado ya en las disciplinas de carrera y vuelo acrobático, un viaje que comenzó con 16 años, cuando probó por primera vez un vuelo acrobático y “desde la primera figura en el aire” se enamoró completamente y supo que quería hacer de ese sueño una realidad.

Ha pasado casi más horas en el aire que en la tierra y a velocidades que se sitúan entre los 300 y 400 km/h. Una vida en las alturas pero con los pies en la tierra, quizás sea esa precisamente la clave de su éxito, junto a su pasión, talento e inquietud.

P: La cabeza debe ser clave en el tipo de competiciones que realizas.
R: Efectivamente, volamos con la cabeza. Por un lado, es un deporte muy mental y lo que rige todo es tu cabeza y tu capacidad de concentración para hacer ese tipo de vuelo con una precisión máxima. Y, por otro lado, la cabeza nos da seguridad, hay que tenerla en su sitio para evitar el riesgo y no ir más allá de tus límites. La seguridad es la máxima prioridad por encima del éxito deportivo. 

P: ¿Qué cualidades innatas y adquiridas hay que tener para dedicarse profesionalmente a este deporte? 
R: Para hacer vuelo acrobático de competición y llegar a un alto nivel hace falta una serie de cualidades como la orientación espacial, cierto nivel de entrenamiento físico, para poder soportar las rotaciones y las aceleraciones, y tener muy presente que esto no es un juego. Ser consciente de los límites y limitaciones. Y por supuesto, como en cualquier deporte de competición, tener ese espíritu innato de superación, tesón, mucho trabajo y cultura del esfuerzo.  

P: En qué momento comenzó todo, cuál fue ese vuelo que te abrió los ojos, que te tocó el corazón con el que dijiste “esto es lo que yo quiero”.
R: Vengo de familia de aviadores, con 15 años empecé a volar planeadores,  pero fue con 16, cuando me invitaron a probar un avión de vuelo acrobático y, a la primera figura, me enamoré completamente. Desde ese momento supe que me quería dedicar a esto. Y cuanto más lo iba conociendo más me gustaba. Es un vuelo muy técnico, que implica la física y lo lleva todo a los límites. Es cambiante, siempre puede hacerse mejor y eso es una motivación, porque no se acaba nunca.

P: Eres un privilegiado. Has conseguido convertir tus sueños en una realidad.
R: Soy totalmente consciente de la suerte que tengo de poder dedicarme a lo que más me gusta. Por un lado, profesionalmente como piloto de líneas aéreas, pero, por otro, me siento doblemente privilegiado por lograr que mi hobby se convierta también en una profesión como deportista de alto nivel. Y obviamente soñaba con competir, pero no pensaba en ser campeón de nada, el camino se ha ido haciendo poco a poco.

P: Con qué sensación te quedarías cuando estás volando
R: De todas las sensaciones la que más me gusta es el control y la precisión y, sobre todo, la sensación de libertad, una libertad precisa. Porque lo especial que tiene este deporte es el control que tienes sobre el avión y hacer exactamente lo que quieres. 

P: Adrenalina, libertad y unas imágenes únicas que tendrás grabadas en tu memoria. ¿Con cuáles te quedarías?
R: Una de las imágenes que tengo guardadas fue volar sobre el Danubio y sobre Budapest, pero también tengo otras increíbles en el Mediterráneo o cruzando EEUU de punta a punta. En Andalucía viví una experiencia espectacular en el festival aéreo en la playa de la Victoria de Cádiz. Y el año pasado en Torre del Mar, en Málaga, cuando se celebró el primer festival aéreo tras la pandemia y fue increíble volver a ver desde el aire a miles de personas reunidas de nuevo. 

P: Tu próximo reto es el World Championship Air Race, el primero tras el parón de la pandemia. ¿Qué expectativas tienes?
R: Expectativas muchas y quizás esté celebrándolo con vosotros en el KE cuando nos lean. Tenemos capacidad para estar entre los mejores los primeros. Y hablo en plural porque es un trabajo totalmente de equipo. Y hay posibilidades de estar en posiciones de podio. 

P: Es difícil encontrar un piloto que compita en las dos disciplinas: carreras y acrobacia. ¿Por qué?
R: Aunque son disciplinas con ciertas similitudes, en realidad son deportes diferentes. En vuelo acrobático el objetivo es realizar figuras con el avión, es como una especie de gimnasia rítmica en el aire, pero con un avión a 350 km/h. Y las carreras son vuelos de unos 400 km/h en circuitos cerrados que son una lucha contra el crono, que obliga a realizar virajes de altas aceleraciones y de mucho rendimiento, con figuras semi-acrobáticas para darle la vuelta al avión lo antes posible. Es un deporte muy preciso. Ser el número uno en las dos disciplinas es algo muy difícil por una cuestión de dedicación, no se suele tener tiempo suficiente para dedicarte a ambas con un alto nivel. De hecho, aunque estoy compaginando las dos disciplinas, en competición me estoy centrando en carreras.

P: Entonces, ¿velocidad o looping?
R: Ahora mismo velocidad, sin menospreciar un looping bien hecho. 

P: Un día navegando en Tarifa o sobrevolando a gran velocidad el Estrecho de Gibraltar ¿con qué te quedarías?
R: Navegar me gusta mucho, pero poder sobrevolar el Estrecho a baja altura, aunque es una zona restringida, me encantaría.