Lo bueno y bello prevalece en el tiempo
Este es un homenaje a un arquitecto al que admiramos y que dejó bellas construcciones que han perdurado, sin perder atractivo, en Sotogrande.
Luis Gutiérrez Soto (Madrid, 6 de junio de 1900 a 4 de febrero de 1977), arquitecto español. La mayor parte de su obra se enmarcó principalmente entre el art déco y el racionalismo.
Es uno de los principales representantes del racionalismo en España, evolucionando a otros estilos en los años cincuenta y sesenta. En 1958 fue elegido miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Sus constantes viajes al extranjero le llevaron a conocer las primeras obras de Le Corbusier y de otros arquitectos de vanguardia que causaron gran influencia: Otto Wagner, Josef Hoffman, Bruno Taut, Hans Poelzig, …
Practicó un estilo particular, no se vinculó a ninguna corriente de vanguardia y experimentó las novedades técnicas y el empleo de nuevos materiales.
Su infancia transcurre, hasta 1915, entre Madrid y El Escorial, donde cursa el bachillerato. Estas dos ciudades marcan en el futuro arquitecto, con toda probabilidad, dos esquemas formales que no le abandonarán jamás en su compleja trayectoria profesional: el sentido de la vivienda, ligado a la tendencia neo-mudéjar, y el sentido del imperio, que surgirá en su Ministerio del Aire, como reflejo escurialense.
Comienza sus trabajos apegado a un esporádico art-déco en el diseño del Cine Callao de Madrid, realizado entre 1926 y 1927.
También trabaja para la alta burguesía y para las inmobiliarias particulares que requieren una alta flexibilidad y efectividad en la construcción, por lo que pronto se aparta de la pretendida arquitectura nacional de la época, realizando obras muy personales y heterogéneas.
Su adaptación al gusto del cliente y a cada proyecto concreto es notable, creando obras de líneas racionalistas que suaviza con el empleo de columnas, o componiendo fachadas a la vieja usanza.
Tras un viaje por América latina y Estados Unidos cambia su forma de enfocar la arquitectura volviendo hacia un estilo moderno, más acorde con los tiempos. No obstante, su actividad más importante estaría orientada al ámbito doméstico, usando un sello propio al margen de vanguardias o controversias culturales, y contribuyendo en buena medida con su estilo personal (al que se ha denominado «estilo Gutiérrez Soto»)
La imagen tradicional la encontró Gutiérrez Soto con aquella aludida reelaboración entre el neo-mudéjar y el racionalismo, producto ecléctico, al fin y al cabo. Este estilo fue clave para el éxito entre la nueva clase, y fue finalmente el que afirmó a su autor como prototipo de un determinado modo de hacer, marcó su arquitectura como la deseable para servir de vivienda, y dio lugar a un tipo de «estilo Gutiérrez Soto» que en gran medida ha formalizado determinadas zonas ciudadanas.
Se trata de uno de los arquitectos más prolíficos de su época.
Algunas de sus obras son el Teatro Beatriz (1922) y el bar Chicote (1931) en Madrid, entre otras. En Barcelona fue el creador del edificio Fàbregas. En Málaga, lo que es hoy Centro de Arte Contemporáneo. Luis Gutiérrez Soto era considerado como el arquitecto de la alta sociedad, para la que hizo numerosísimos encargos, destacando especialmente los bungalows “El Arrecife” y “Malibú” en la playa de Torremolinos (Málaga), que realizó en 1956 para las familias Ynzenga-Bird y Sonchen, respectivamente y también las viviendas de la plaza del Doctor Marañón-Paseo de la Castellana, en 1957 y las de Fernández de la Hoz, 57 y 82, en Madrid.
Y dejó un montón de bellas y fácilmente reconocibles edificaciones en los inicios de Sotogrande. Casas que prevalecen con rotunda fuerza y belleza en las cambiantes modas y en el tiempo.
Ésta que hoy publicamos y en cuyo jardín hemos colaborado con nuestras intervenciones jardineras y objetos “artealizados”, es un ejemplo. Sus propietarios han sido unos fieles conservadores de la obra del arquitecto y amantes conscientes de lo que prevalece en el tiempo.