Los toros y el jardín

Un jardín único que logra una perfecta armonía entre la belleza del corral de toros y la campiña de las dehesas andaluzas.

Se nos pidió hace años colaboración para ajardinar los contornos de un pabellón para una finca en el Aljarafe, zona cercana a Sevilla. Este espacio debía reunir varias funciones para llegar a ser un jardín muy especial, logrando una perfecta armonía con la belleza natural que desprende el corral de toros que se encuentra en las inmediaciones. Igualmente, el propietario diseñó una pequeña plaza de toros rehundida, que rodeamos de pradera para posibles celebraciones y eventos taurinos. Un jardín un tanto particular que debía, de alguna manera, conectar con el campo cercano.

En la fachada de entrada al pabellón, creamos un jardín informal y asalvajado, en un intento de emular las floridas campiñas de las dehesas andaluzas en primavera. Se mezclaron “grasses” de varias especies así como Salvias, Perovskias, Centranthus, Acantus, Scolimus, Budleias, además de bulbos variados, junto con Limoniums e hinojos (Foeniculum vulgare) y palmitos (Chamaerops humillis), con el fin de acentuar este aspecto un tanto mediterráneo. En nuestra selección, buscamos plantas que tuvieran floraciones en estaciones diferentes o que sus hojas adquirieran distintas tonalidades, según la época del año, con el fin que siempre hubiera un efecto cromático o crearan  un juego de arquitecturas y texturas con interés.

Marcamos senderos que permitieran el recorrido y el disfrute fácil de estos macizos, con una floración amplia y variada. Aprovechamos viejas columnas que encontramos apiladas en la finca, para enriquecer este recorrido. Muchas veces los complementos se convierten en elementos importantes que enfatizan tu ideal buscado para el espacio; en este caso, ese aspecto de viejo jardín mediterráneo que bebe de los antiguos y griegos “bosques sagrados”, donde los maestros instruían a sus discípulos.

Conforme nos acercamos al porche, el jardín por las formas topiarias de acebuches (olea sylvestris) y Teucrium fruticans, adquiere un carácter más formal y diferenciador del resto, pero siempre jugando y siguiendo el hilo conductor en cuanto a color (glaucos, violáceos y azules). Diferenciamos igualmente, por estar en una pendiente lateral, el acceso a las cocinas. Aquí plantamos olivos y cipreses (Cupressus stricta), que acentúan ese carácter mediterráneo, que pretendíamos para cubrir este desnivel. Usamos una especie tapizante, que nos permite evitar erosión y generar mediante podas cierto movimiento a esta zona, tal como ocurre por la acción del viento en nuestros bosques mediterráneos. Como elemento central, situamos la escalera de acceso, hecha con ladrillos toscos de una alfarería cercana.

Es todo un privilegio disfrutar de un jardín siendo, por un lado,  espectador de una corrida de toros y, por otro, del ganado que pasta.  No podíamos equivocarnos en la elección de la especie, que por un lado disimulara la existencia de una valla para el control del ganado y que por otro, tuviera ese aspecto campestre que encajaba para este espacio: el lentisco (Pistacia lentiscus); una especie que por las zonas cercanas y no intervenidas de la finca, crecía de forma natural. Además de permitirnos formarlo como una pantalla-seto,  resultara natural, que era lo que pretendíamos. Acompañamos esta linde con viejos olivos rescatados y cipreses que con su forma columnar, enaltecían las formas globosas de los árboles antes citados, adquiriendo un aspecto de dehesa natural. Gran extensión de pradera, que invita al disfrute del espacio, con un ejemplar de Ceratonia siliqua (algarrobo), siguiendo la conexión con las especies autóctonas del lugar.

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