Hacienda Los Molinillos

Cuando nos pidieron colaboración para este proyecto en el año 2006, nos encontramos con esta vieja y bella hacienda: Los Molinillos, que fue adquirida por la familia Benjumea Guardiola cuando tan solo eran unas románticas ruinas. 

Situada en las cercanías de Carmona y rodeada de plantaciones de naranjos y olivos, está a tan solo unos minutos del centro de la capital hispalense. Como decían los antiguos romanos, tu villa debe estar tan cerca de la polis como para que sea fácil frecuentarla y tan retirada como para alejarte del mundanal ruido. Esta hacienda lo cumple a la perfección. 

El conjunto arquitectónico consta de dos molinos. El primero de ellos data del siglo XVII y es de estilo mudéjar. El segundo, del siglo XVIII, junto a la nave del tinaón, es un espacio de grandes arcadas que sirvieron de base para el actual salón principal. 

Desde el principio tuvimos claro cual debía ser el hilo conductor de todas nuestras intervenciones en los distintos espacios. Cortijada, patios, arquerías, jardines y albercas, debían tener un nexo común y este era el COLOR y la ausencia de elementos contaminantes. 

El mortero con el que estábamos restaurando esta vieja construcción, tenía el color de las tierras circundantes, como solía ocurrir antaño en las edificaciones donde se aprovechaba el material cercano, consiguiendo mimetizar el caserío con el paisaje. Esto siempre nos ha parecido de una enorme exquisitez. 

En este segundo patio, al igual que en los jardines persas, se dejó una fuente central donde el agua borbotea incansable como germen de vida. Con agrupaciones de macetas creamos el efecto de cuatro falsos parterres, modelo heredado de la cultura árabe. 

En una de las entradas, colocamos en cada jamba dos bustos romanos, en un guiño a las antiguas villas a las que tanto deben estas construcciones andaluzas. En el dintel, siguiendo las mismas influencias, se incrustó sobre el mortero en fresco el nombre de la hacienda con letras clásicas, creando el efecto de un bajo relieve. 

En el patio principal, que fue patio de labor, lejos de hacer un jardín convencional, respetamos el espíritu del lugar cubriendo el suelo con un terrizo del color del mortero usado en las fachadas. Y nuestras plantaciones (con plantas mediterráneas) se concentraron en lugares puntuales para no molestar el tránsito de posible entrada de carruajes (anteriormente maquinaria agrícola) y dejarlo abierto al uso para el disfrute y la celebración. Es un lugar muy demandado para bodas, eventos e incluso ha sido escenario cinematográfico. 

De la capilla de esta hacienda se decía que tenía “puerta pública” para que los vecinos, pasajeros y peregrinos pudieran oír misa. 

En la fachada de la misma y gracias al minucioso estudio y colaboración de buenos profesionales, entre los cuales destacamos la labor de Gabriela Álvarez Ariza, muy involucrada en este proyecto, se consiguió restaurar y rehacer la espadaña y los esgrafiados que tanto enriquecen esta pequeña capilla y a todo su conjunto. 

Intentamos que las plantaciones se adecuaran al espacio, como dicen nuestros maestros jardineros ingleses: “right plant, right place”

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